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Sustituir productos regulados resulta 220% más caro para las familias

Los productos con control de precios son difíciles de conseguir. En su lugar, los anaqueles lucen alimentos en presentaciones premium mucho más costosos que los regulados

Suhelis Tejero Puntes.- La escasez no sólo restringe las opciones de las familias a la hora de comprar alimentos, también significa un golpe para sus presupuestos. Sustituir los productos que no aparecen en los anaqueles implica un gasto adicional que, sólo en el caso de los alimentos controlados de la canasta básica, representa un sobrecosto 221% con respecto a sus versiones reguladas.

La diferencia entre conseguir los alimentos básicos a precios de regulación y decidirse por sus sustitutos puede ser de unos 1.189 bolívares. En un recorrido por mercados municipales y supermercados se pudo constatar que una cesta de sustitutos de 13 de los alimentos básicos (de acuerdo a la canasta del Instituto Nacional de Estadística) que están regulados cuesta 1.728,4 bolívares, mientras que el gasto máximo, si se consiguieran todos los productos a precios controlados, sería de 538,64 bolívares.

Ni en mercados municipales, ni en cadenas de supermercados. Las posibilidades de adquirir los alimentos bajo regulación sin pasar horas en una cola son casi inexistentes, por lo que la opción es buscar las versiones no controladas de los productos.

Es así como los 9,5 bolívares que cuesta un kilo de arroz, según la regulación de precios dictada por el Gobierno, pueden convertirse en promedio en unos 22,6 bolívares si la versión del arroz saborizada o la premium son las únicas disponibles en los mercados. Igual sucede con el medio kilo de café, que debería costar 23,29 bolívares, pero los anaqueles solo muestran, con suerte, la versión gourmet que no está sometida a regulaciones y que cuesta entre 100 y 140 bolívares, o café recién molido en bolsitas de medio kilo que venden en el mercado municipal de Guaicaipuro en 110 bolívares. Si todo eso falla, en los supermercados se consiguen presentaciones de café instantáneo, la más barata de 180 bolívares.

La situación se repite con el queso blanco duro: el único fuera de regulación, el de año, es el que se consigue y cuesta en promedio 353,5 bolívares por kilo versus el regular, cuyo precio debería ser de 38,35 bolívares por kilo.

Otro ejemplo son los aceites vegetales que registran unos niveles de ausencia en los anaqueles de 100%, según señalaba el reporte del Banco Central de Venezuela (BCV) de marzo. El único sustituto disponible en el mercado es el aceite de oliva, cuyo precio fácilmente supera los 300 bolívares por litro, muy por encima de los 9,35 y 10,69 bolívares por litro que deben marcar los de maíz y girasol, respectivamente, de acuerdo a lo pautado por las autoridades.

Pero algunos productos, tan demandados como ausentes, como la harina de maíz precocida no cuenta con sustitutos que se dejen ver por los mercados. Allí el mercado informal, pocas veces fiscalizado por las autoridades, aprovecha para vender el kilo hasta en 50 bolívares.

La escasez, que se muestra en un momento álgido, llegaba en marzo pasado a 29,4%, de acuerdo a las informaciones que maneja el BCV. Esto significa que de cada 10 productos solo tres se conseguían en los anaqueles. Pero un estudio realizado por la firma Datanálisis refleja que la ausencia se profundiza cuando se trata de los bienes esenciales, donde la escasez era de 51,9% en el primer trimestre, es decir, que 9 de 18 productos de la cesta básica no se conseguían.

Para el gobierno, unos niveles de escasez de hasta 20% son aceptables, según señaló el presidente del Instituto Nacional de Estadística, Elías Eljuri, el año pasado. Datanálisis considera, en contraposición, que un abastecimiento normal se expresa cuando la falta de productos en los anaqueles no supera 5%. Si se ubica entre 11 y 40% se trata de una escasez significativa y, si sobrepasa ese porcentaje, ya la firma habla de niveles graves.

Para la mayoría de los economistas la causa de este problema es clara: son precisamente los controles de precios, vigentes desde hace 11 años, los que originan precios irreales que resultan insostenibles para las industrias afectadas por las regulaciones aplicadas. Otros más bien creen que se trata de una "guerra económica" que llevan adelante los empresarios para desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro, a través de un desabastecimiento forzado y alimentos básicos a precios exorbitantes. Pero en algunos sectores del gobierno creen que el "acaparamiento doméstico" es la razón.

"Hay muchos hogares que compran 10 o 15 kilos de harina. Si no hubiera estas compras nerviosas, los anaqueles estuvieran abastecidos", dijo Eljuri a principios de año.
Pero Datanálisis advierte que más bien el año pasado los consumidores redujeron sus compras de varias formas: adquirieron productos en una menor cantidad (31,9% de los encuestados), dejaron de comprar algunos bienes (21,4%) o espaciaron las visitas a los mercados (11,9% de los entrevistados).

Revisiones en espera
El director de Datanálisis, Luis Vicente León, considera que un mercado profundamente regulado tarde o temprano presenta fallas y que, en el caso venezolano, se unen situaciones como las expropiaciones de tierras e industrias que no han sido productivas y una mayor dependencia de las importaciones.

La escasez no ha sido un problema exclusivo de la era Maduro, pues lleva años presente en la vida de los consumidores. Los datos del propio BCV indican que hace unos siete años se registró una elevada escasez, que alcanzó uno de los picos históricos de 24,7% en enero de 2008. Entonces, el control de precios estaba por cumplir un lustro.

Los empresarios piden el desmontaje de los controles o, al menos, que se revisen los precios con cierta frecuencia. Durante las mesas de diálogo económico, el propio gobierno ha prometido que verificará los precios al menos semestralmente y, de hecho, algunos ya han sido revisados, pero otros aguardan por ello desde hace años.

Las sardinas, los cortes de carne de cerdo que están regulados y el pan de sandwich son los rubros que llevan más tiempo esperando por una revisión. Los precios de la chuleta y de la costilla de cerdo fueron ordenados en agosto del año 2008, y en estos seis años no han sido revisados.

El precio de las sardinas enlatadas se pautó en junio de 2009 y, desde entonces, los precios de las latas de 125, 170, 354, 400 y 425 gramos oscilan entre 1,23 y 3,21 bolívares. En cambio, en el mercado apareció la versión de 270 gramos que no está regulada y que vale entre 43 y 45,5 bolívares.

Entre tanto, el precio del pan de sandwich cumplió en abril pasado cinco años sin ser revisado. En la actualidad cuesta entre 2,40 y 7,10 bolívares, dependiendo del peso de la presentación.
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